lunes, 2 de agosto de 2010

Un modelo a seguir: Marcelo Bielsa


El máximo desafío es que sus dirigidos entiendan conceptos que de entrada les son abstractos, pero que más tarde, terminan asimilando e inclusive reconociendo

En estos días, el influjo de Marcelo Bielsa sobre la selección chilena de fútbol, lo catapulta como ejemplo de trabajo, capacidad y seriedad. La opinión pública que trasciende la frontera trasandina, se deshace en elogios para el D.T, que mantiene la calma y no se obnubila por la lluvia de flores. En esta nota, presentamos su forma de pensar el fútbol y su consecuente manera de actuar.
Trayectoria

Después de haber recorrido cada una de las etapas en divisiones inferiores, debutó en primera el 29 de febrero de 1976, ante River Plate. En 1980, a los 25 años, después de haber pasado por Instituto y Argentino de Rosario, decidió retirarse como futbolista a causa de las lesiones que lo aquejaban. Entonces resolvió cumplir su máximo deseo: ser D.T., y sus pasos iniciales los dio como entrenador de divisiones inferiores en Newell`s Old Boys.

En 1988 obtuvo su primer logro, al finalizar puntero con la tercera división. En 1990, se hizo cargo del primer equipo y logró el Torneo Apertura de ese mismo año, lo que le posibilitó jugar la final para definir el ganador del Torneo Integración 1990/1991, contra Boca Juniors. En el partido de ida, su equipo ganó por un tanto y a pesar de haber perdido por la misma diferencia el partido de vuelta, se coronó campeón por medio de los penales.

A pesar de que el año siguiente su equipo sufriera un brusco decaimiento, el `92 terminó por ser fructífero. Disputó la Copa Libertadores, donde alcanzó la instancia final contra el poderoso San Pablo de Telé Santana, y unas semanas después ganó el Torneo Clausura. En Newell`s dejó una impronta difícil de superar, que habla de un plantel joven, que arrancó de abajo y que sembró números sorprendentes, como el invicto de 26 partidos.

En Junio del mismo año, partió hacia México, donde dirigió al Atlas en dos ocasiones y al América. Su buena labor, llevó a que le ofrecieran ponerse al mando de la selección de ese país, pero no aceptó.

En 1997, regresó a Argentina para reemplazar a Osvaldo Piazza, con el compromiso de seguir por la senda victoriosa. Aunque el arranque no fue bueno y muchos de sus dirigidos en ese plantel fueron reacios a sus conceptos de juego, pudo obtener el Torneo Clausura `98. En Julio, ya había emigrado hacia Europa para dirigir al Espanyol de Barcelona, cargo del que desistió para ser el D.T de la selección argentina.

Su primera competición al frente de la celeste y blanca, fue la Copa América, donde quedó eliminado en cuartos a mano de Brasil, luego de terminar segundo en su grupo, detrás de Colombia.

En el camino hacia el Mundial 2002, mostró un equipo sólido, lo dejó en la cima de la eliminatoria sudamericana y se hablaba de Argentina como firme candidata a llevarse la copa mundial. El primer triunfo contra Nigeria, la derrota en la pobre labor frente a Inglaterra y el empate con Suecia, dejó afuera al promisorio equipo en primera ronda. La pronta eliminación trajo consigo polémicas y cuestionamientos, hasta el punto de que gran parte de la prensa demonizó una forma de juego que antes había endiosado.

Sin embargo, “El Loco” siguió al frente del seleccionado. Logró la medalla de oro en los Juegos olímpicos del 2004, y tras el triunfo contra Perú, que dejaba a la selección nacional en las puertas del Mundial 2006, decidió renunciar.

Luego de tres años sin dirigir a ningún equipo, el 10 de Agosto del 2007, firmó contrato para ser D.T de de la selección chilena. En la clasificación para el próximo mundial, no comenzó de la mejor manera en cuanto a resultados, pero una vez que pudo inculcarles a los jugadores su forma de trabajo, dejó a Chile en segundo lugar, revolucionando no sólo al pueblo futbolero sino a la opinión pública en general, que ponderó su manera de trabajar.
Filosofía de juego

No es tendencioso afirmar que la filosofía de juego que pregona Marcelo Bielsa se asemeja a la del “fútbol total” de Holanda en la década del `70, pero adaptada a los tiempos modernos que implican disponer de un estado físico capaz de soportar una intensidad mucho más rigurosa que hace 30 años. Las claves de su fútbol se centran en conceptos estudiados a fondos y puestos a prueba; en la óptima preparación física, y en el desdoblamiento que les demanda a sus jugadores.

Conceptos: El máximo desafío es que sus dirigidos entiendan conceptos que de entrada les son abstractos, pero que más tarde, terminan asimilando e inclusive reconociendo, como en el caso del Kily González: “Marcelo fue el técnico que sacó lo mejor de mí. Bielsa me convertía en un crack. Explotaba mis cualidades y mejoraba mis defectos. Me dio lo que me faltaba como jugador. Buscaba la perfección”. Busca cambiar la mente del jugador y constantemente planea cómo llegarle de la manera más simple, por eso en vez de mostrarle un video de un partido entero, los edita de tal forma que no sean más de diez minutos, indicándole las cosas que tiene que corregir, prestándose así una conversación franca entre ambos.

Preparación física: el plan de juego que utiliza demanda en los jugadores un estado físico óptimo, y él lo entiende así: “Yo soy docente, profesor de educación física. Fui un futbolista frustrado y fracasado. Tras jugar cuatro o cinco partidos en la primera de Newell's me di cuenta de que no podía ser futbolista de nivel. Me propuse entonces ser un entrenador de nivel. Y para lograrlo comprendí que el primer paso era convertirme en un especialista de la educación física, porque esa es la especialidad que se ocupa del movimiento del cuerpo humano. Sabía que en ese aspecto radicaba todo el secreto del fútbol”.

Desdoblamiento: Los defensores atacan y los delanteros defienden. Cuando el equipo no tiene la pelota trata de adueñársela en el campo rival, en un movimiento sincronizado que compromete no sólo a los atacantes que hacen pressing, sino al resto de los jugadores. Una vez que la recuperan, su ataque es voraz y vertiginoso, transformándose no sólo los delanteros en potenciales definidores de la jugada.

Hay ciertas características en los planteos de Bielsa, que se pueden reconocer a simple vista: marca en presión, orden, sincronía, verticalidad, la rebeldía de sus jugadores desbordantes en ofensiva para eludir a su rival, y sobretodo, la capacidad de despliegue: “Yo siempre les digo a los muchachos que el fútbol para nosotros es movimiento, desplazamiento. Que hay que estar siempre corriendo. A cualquier jugador, y en cualquier circunstancia, le encuentro un motivo para estar corriendo. En el fútbol no existe circunstancia alguna, para que un jugador esté parado en la cancha”.

Bielsa, entiende que los jugadores no son robots, y que las variantes existentes en un encuentro, pueden llegar a cambiarle los planes, por eso, más allá de su sistema que muchos lo pueden interpretar rígido, está abierto a eventuales vicisitudes: “Quiero equipos ordenados y no mecanizados, donde se repitan algunas posiciones y podamos desmarcarnos y luego volver rápidamente a marcar. El fútbol actual es muy ágil, cambiante, sorpresivo y dinámico. Eso hace que las composiciones iniciales de un equipo se modifiquen infinidad de veces en el partido”.
Filosofía de trabajo

En toda ciencia, en determinados lugar y tiempo, un paradigma es reemplazado por otro que se adapta mejor para resolver un problema de la realidad. Hoy, nuevamente, Marcelo Bielsa es el arquetipo del proyecto a largo plazo, el esfuerzo, la mesura y la dedicación, que aplican los que entienden la manera de llegar a un objetivo con efectos que se sostengan en el tiempo y cuya eventual fisura, sea sólo eso.

Desafíos: En Newell´s, disponía de un plantel con mucho potencial, pero muy joven e inexperto, cuyo poco ruedo, podría traerle más de un dolor de cabeza. Cuando dirigió a Vélez, su carácter extremadamente metódico y perfeccionista, contrastó con la idea de los más veteranos, aburridos de repetir jugadas y no hacer partidos, y molestos por no entender muchos de sus fundamentos. Luego de quedar eliminado en primera rueda del Mundial 2002 al frente de la selección argentina, la prensa atacó su sistema y lo trató de testarudo. En Chile, los jugadores, tenían otra mentalidad que no coincidía con lo pretendido por el D.T.: estaban pocos comprometidos con el trabajo físico y la selección no era prioridad para muchos de ellos.

Como se observa, en ningún lugar donde estuvo las cosas se le presentaron fáciles, pero la convicción en su proyecto, lo forjaron un trabajador del día a día, que con el tiempo pudo hacer entender y contagiar su idea de fútbol.

Trabajo científico: Sus mensajes, muchas veces se tornan complejos, porque busca la profundidad en sus ideas, propone teorías y se emancipa de la perogrullada. Estudia el fútbol con conciencia científica, de manera, que está muy lejos de ser un improvisado.

Héctor Soto, editor de la sección Cultura del diario chileno “La Tercera” no pudo haber descrito mejor el trabajo del “Loco” en su país: “Introdujo la geometría pitagórica, el rigor de la lógica kantiana y el sentido calvinista del trabajo a una actividad que en Chile ha confiado por demasiado tiempo en la inspiración del momento y la complicidad de las hinchadas, en la Virgen del Carmen y la buena suerte”, y más adelante agrega: “Bielsa es un tipo obsesivo que busca, de modo no muy distinto a como los alquimistas medievales trataron de encontrar la piedra filosofal, la clave y los equilibrios internos de la cancha que permitirían convertir cada victoria no en casualidad sino en efecto inevitable del profesionalismo duro y recompensado”.

El D.T. siempre fue un adelantado, contemplando todas las posibilidades y sopesando cualquier situación que pudiera inferir en el partido, hasta poner al mínimo el margen de error.

Estimulador: Sabe movilizar las fibras íntimas de sus dirigidos, les grita constantemente durante el entrenamiento y da arengas fervientes antes de los partidos: “En las peleas callejeras hay dos tipos de golpeadores. Está el que pega, ve sangre, se asusta y recula. Y está el que pega, ve sangre y va por todo, a matar. Muy bien, muchachos: vengo de afuera y les juro que hay olor a sangre”.

A los jugadores con baja autoestima los hace sentir dignos, y les da motivos para que se sientan luchadores heroicos, que llegaron hasta ahí por saber trabajar. Ellos, a su vez, le devuelven el gesto con total entrega, porque a pesar de su visible frialdad, logra sacarles lo mejor de sí.

Resultados: Tiene una manera muy peculiar de realizar un balance sobre su gestión: le da poca relevancia al resultado deportivo inmediato, prefiere hablar de procesos formativos que lleven a una secuencia de victorias.

Las diferentes experiencias lo van nutriendo, y sobre todo las malas. Con estas palabras, resume su visión del fracaso: “Los momentos de mi vida en los que he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que he empeorado, tienen que ver con el éxito. El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes. Si bien competimos para ganar, y trabajo lo que trabajo porque quiero ganar en cuanto compito, si no distinguiera qué es lo realmente formativo y qué es secundario, me estaría equivocando”.

Significado del éxito: Si bien reconoce que éxito y felicidad, no van de la mano, y que las desgracias aportan crecimiento, la derrota también sabe hundirlo, al punto de creerse deshonroso. Así, lo demostró cuando el diario La Nación lo interrogó sobre cómo le afectaba en su vida cotidiana el hecho de perder: “Me pone menos apto para disfrutar la felicidad. Las cosas que me gustan hacer me cuestan más hacerlas. Por ejemplo, cuando pierdo tengo menos ganas de practicar deportes, de ir a comer afuera, me cuesta más el diálogo con mi esposa y me siento con menos derecho a jugar con mis hijas. Me siento menos merecedor de la felicidad”. Entonces, está en esta constante tensión de la autoexigencia, rozando la patología y justificando una vez más su apodo.

A pesar de que por estos días, en el país trasandino se lo ha catapultado como héroe, Bielsa mantiene la cordura, y sin encandilarse con el oro del exitismo, en la conferencia que tituló “Conducción, Normas y Principios”, bajó los decibeles: “No creo que vaya a ser mencionado en ningún libro. En todo caso, no querría que fuera por ganar un título. Me gustaría más que fuera por las normas de conducta que usé para desarrollar mi tarea”.

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