viernes, 17 de septiembre de 2010

Ejercicios -Varios




Entrevistas-Omar Asad


El técnico de Godoy Cruz repasa su infancia, su éfimero paso como jugador, su carrera como técnico, iniciada en la inferiores de Vélez, y la reciente pelea con Caruso Lombardi.
1 En 20 años, ¿cómo les contarías a tus nietos tu carrera en el fútbol? Que me pasó todo muy rápido y que también me sacaron todo muy rápido. Que me probé en 20 clubes, casi no hice Inferiores y con 23 años era campeón de América y del mundo, pero que sólo jugué cinco años en alta competencia, y que ese camino lindo se vio truncado brutalmente por una lesión, que me operé cuatro veces, dos de ligamentos cruzados y dos por un cartílago, que estuve cinco años intentando regresar bien y que al final no pude. Que volqué todo ese sentimiento por el fútbol en ser entrenador y quién sabe, quizás encuentre aquí mi camino.
2 ¿Qué sueños tenías de pibe? Yo era un chico con muchas carencias, hijo de padres separados, y no tenía mucho tiempo para soñar, ahí sólo se puede pensar en estudiar y ser alguien o tener un trabajo y juntar tu platita. Hasta los 16 años todo pasaba por sobrevivir; a partir de ahí empezaron a hablar de mí como jugador y entonces sí vi entre sueños mi futuro como futbolista.
3 ¿Cuál era tu apodo? Porqui, Búfalo o Falín, de Bufalín, porque era gordito y por mi aspecto similar a Funes, mi ídolo. Yo era hincha de River de pibe y me encantaba Funes.
4 ¿Qué significa Ciudad Evita? Lo mejor de mi infancia y mi adolescencia. Es la calle, la picardía, el atorrantaje, las peleas por una mina, las trifulcas en los partidos de un torneo relámpago, espalda con espalda con tu compañero para cubrirte y a defenderse de la que se venga. De esas viví mil. También tiene su historia linda, porque de una pelea así conocí a la Tana, que hoy es mi esposa.
5 ¿Cómo la conquistaste? Fuimos a un boliche en San Justo con la barra de amigos y un grupo nos vino a pedir ayuda porque le querían pegar al hermano más chico de la Tana. Fui y acosté de un derechazo al capanga de ellos. Jamás esperaban que el más pendejo de todos, que era yo, con 18 años, fuera y le pegara. Lo dejé tirado en la pista. La historia dice que le pegué a un mafioso de verdad, fui de atrevido y lo puse. Todo por defender a un pibe que ni conocía. Al otro día, la familia nos invitó a tomar mate, la vi en una reunión, y... ahí quedó rendida. Llevamos 20 años juntos. No me vas a decir que no es una historia de barrio.
6 ¿Cómo eran los torneo relámpago? Terribles, había una patada fuerte y tenías que saltar por el compañero, para que no te pasen por arriba. El jugador de potrero está siempre a la expectativa, por si se arma quilombo. ¿Sabés lo que es jugar por plata en La Matanza al fondo? Se juega los domingos, arranca a las 9 y termina a la tardecita. Pueden ser cinco partidos de 20 y 20 minutos cada tiempo. Y para morfar hay de todo: chorizo, vacío, cerveza, vino en damajuana, torta casera, algunos juegan medio tomados y el que está bien, aprovecha.
7 ¿Por cuánta plata jugaban? Ahí ponen todos: los que juegan y también gente de afuera. Y uno de cada equipo se queda clavado al lado de la cancha. Igual, hay mucha lealtad en eso, no es que uno se chorea la guita y se va corriendo. Se juntaban, qué sé yo, ponele 10 lucas de ahora por equipo. Yo no tenía un peso pero le pedía a un tío: “¿Me tirás dos gambas, que te las devuelvo mañana?”. Como ganábamos siempre, le cumplía, me gané su confianza, y sin poner un peso me hacía 200 o 500 mangos en un domingo.
8 ¿Volvés cada tanto? Yo salí campeón de América con Vélez y a los dos días fui a ver a mis amigos a un torneo, se armó una batahola tremenda, quedé en el medio y le pegué un tortazo a uno. Casi me cuesta la separación, y decí que no se enteró Bianchi, porque si no me limpiaba. Hoy voy a visitar a mis viejos, que siguen viviendo en Ciudad Evita.
9 ¿Tus viejos se separaron y vos te fuiste con tu papá, no? Así es, se separaron cuando yo tenía 4 años y como mi mamá no tenía nada, se fue a la casa de sus padres; y nosotros, los tres hermanos, nos quedamos con mi viejo. Mi hermana ya era madre soltera a los 15 años. Mi viejo tenía que matarse laburando para que pudiéramos comer.
10 ¿De qué trabajaba? En Austral, como supervisor y maletero. Siempre fue un luchador que defendía a los empleados. Con un delegado, mi papá le paró el aeropuerto de Ezeiza a Isabel Perón en el 74 o 75. Dos días sin que trabajara nadie. Buscalo en los libros. José Asad, un luchador, un ejemplo, tenía una fuerza y un empuje tremendo, ahora está jubilado.
11 ¿Vos laburaste? En Coca Cola, en el comedor, les daba la comida a los empleados y les tenía que marcar el ticket, pero a veces pasaban y no les marcaba nada para hacerles un favor. Me hice muchos amigos.
12 ¿Sufriste muchas privaciones en tu infancia? No siempre comía dos veces al día, entonces había que tirar con mate cocido y pan. Tampoco tenía cumpleaños, sólo una torta y de vez en cuando. En el colegio me faltaba el apoyo diario de casa, la contención, para mí era todo calle, calle, calle.
13 ¿Nunca te tentaste con la droga o la delincuencia? Eramos una barra de 15 chicos en el barrio, y algunos eligieron el camino equivocado de la droga y los fuimos separando. A mí nunca me llamó la atención, jamás fumé ni un cigarrillo común. Cuando todos tomaban cerveza, yo tomaba Coca Cola. Estoy muy contento de los amigos que elegí, porque uno a los amigos los elige, eh, y mantengo una relación fuerte con ellos. Los que se abrieron, hoy están muertos o en la cárcel.
14 Si en tu casa no había comida, ¡a alguien se la afanabas! No, no, es que yo engordé en Coca Coca: entré con 78 kilos y salí con 96 dos años después. La gaseosa me hinchaba, aunque siempre tuve una contextura física grande.
15 ¿Siempre fuiste delantero? Nuestro equipo se llamaba Las Estrellas, y tenía bien puesto el nombre, porque éramos un equipazo, se hizo vox pópuli y venían de todos lados a tratar de ganarnos. Al principio hacíamos dupla defensiva con Fabián, mi hermano. Yo salía a cortar y se los entregaba mansitos; él barría con calidad en el fondo. Fabián jugó en Huracán hasta la Tercera, después fue a Almirante Brown pero se rompió la rodilla y no quiso saber más nada.
16 ¿Cómo llegaste a ser nueve? Un día estaba engripado, fui a ver, pero echaron a uno y el técnico me pidió que entrara. Le dije que me sentía mal. “No importa, parate arriba y molestá al defensor”. Jugué con pantalón de gimnasia largo y en el primer partido metí dos goles, al siguiente uno más, en la semifinal otro y en la final dos más y fuimos campeones. Encima, goles de jerarquía: uno fue dejando pasar la pelota y yéndola a buscar por el otro lado del arquero. ¡Imaginate la gente del barrio! No dejé nunca más el puesto.
17 ¿Te sorprendió que anduvieras tan bien? En los picaditos de barrio jugaba arriba y el técnico me parece que vio los picaditos. Acá hay que darles mucho mérito a los técnicos, el Muerto Gustavo Fernández y el Patón Carlos De Marco.
18 Si ese día no echaban al delantero... Y... quizás no hubiera sido nada en el fútbol, porque a partir de ahí empecé a crecer y crecer. ¿Quién lo puede saber?
19 De pibe te dejaban afuera de los picados por gordito. Verdadero o Falso. Verdadero. Por gordito y porque era el más pendejo del grupo, pero a partir de los 15 años ya fue distinto. Yo me enojaba y me quedaba tirando piedritas. También era medio bruto para saltar: dos veces me corté con alambre de púa, todavía tengo las cicatrices.
20 ¿Recordás en cuántos equipos te probaste antes de entrar en la Cuarta de Vélez? ¿Tenés para anotar? San Telmo, Defensores de Belgrano, Huracán, Argentinos, Platense, River, Chicago, Laferrere, Almirante Brown, Flandria, Tigre, San Lorenzo, ehhh... Deportivo Lugano, Deportivo Paraguayo, Riestra, Deportivo Merlo, Barracas Central y Vélez, donde me rebotaron unos años antes de que me aceptaran. En algunos me bochaban, en otros quedaba pero no me daban viático, y en otros llegué a jugar, como en Tigre y en Riestra, donde participé en el campeonato de la C con un documento trucho, porque llegué en la mitad del torneo.
21 ¿En River, qué pasó? Me probaron tres miércoles seguidos y Pando me dijo que no me alcanzaba, que el Cuqui Silvani, también de la categoría 71, era más.
22 ¿Y en Tigre? Estuve 4 meses, me entrenaba con la Primera y un día me llama el presidente, Daniel Gutiérrez, para firmar el contrato. Me ofrecían cero de suelo, cero de viático, cero de todo, “para desempeñarse en el plantel profesional de Primera y de Reserva del Club Atlético Tigre”. Pedí un minuto y llamé por teléfono desde otra oficinita a mi primo Julio Asad, el ex jugador, que me ayudaba en todo. “Cortá y andate corriendo, te espero en Beiró y General Paz”. Colgué y me tomé el primer 60 que pasaba, el tipo me debe estar esperando todavía. Pero son bichos, eh, aprovecharon y me llamaron para que fuera solo. Ese Gutiérrez terminó detenido por estafador.
23 ¿Cómo llegaste a Vélez? De Tigre me fui medio resignado, ya eran casi 20 equipos y 20 fracasos. Una mañana pasé por el puesto de diarios de mi amigo Quique y leí que Vélez probaba por última semana a las categorías 71 a 74. Fui solito, vestido de jugador, con mis botines, pelo largo. Me pusieron en el segundo partido y la rompí. El técnico era Iervasi y el coordinador, Bentrón. “¿Siempre fuiste grandote? –me preguntaron- ¿cuánto pesás?”. Le contesté que 98. “Bajá seis kilos y volvé en dos meses que vamos a seguir probándote”.
24 ¿Fuiste a ver a un mago? Me maté entrenándome. Iba corriendo desde mi casa a la Ricchieri, donde está El Mangrullo, hacía flexiones, abdominales, elongaba, metía piques, y me volvía corriendo a casa. Todo solo. Bajé 7 kilos y me ficharon.
25 Las vueltas del destino, ¿no? Porque tu tío era ídolo en Vélez, se rompió los ligamentos, se operó cuatro veces y se retiró a los 27 años. Es verdad, son historias casi iguales, yo también me rompí los ligamentos, me operé cuatro veces y colgué a los 30. Habló seguido con Julio. Tuvo un accidente cerebrovascular hace dos años, pero se repuso y hoy dirige en Ecuador.
26 ¿De chico eras de River por herencia paterna? No, porque mi viejo era cero futbolero, mi mamá era más futbolera. Iba seguido a la cancha con mis amigos, de local y visitante. Mis ídolo era Funes y por eso seguramente tuve un estilo similar al suyo, en la forma de jugar, en cómo llevaba el pelo y en mi cuerpo. Juan era un espejo para mí y un poco lo copiaba, pensaba: “Yo me los llevo a todos por delante como él”. No lo pude conocer por poquito, cuando llegué a Vélez, él justo se había ido. Pero hay una historia increíble detrás...
27 Contala. Empecé a entrenarme con la primera de Vélez pero me seguía bañando en el vestuario de la Cuarta, hasta que un día apareció Ruggeri. “Nene, ¿a vos no te dijo el Bambino que te cambiás con nosotros?”, me apuró y me llevó de los pelos, todo enjabonado, al vestuario de ellos. “De ahora en más vas a usar este ropero, ¿sabés quién se cambiaba acá?”, me preguntó. “Juan Gilberto Funes”, completó. Me quería morir. A partir de entonces me empezó a llamar Juancito o Funecito. Y nunca más cambié mi lugar en el vestuario hasta mi retiro. Más de una vez me quisieron mover, pero me planté.
28 ¿Cómo apareciste como DT de Godoy Cruz? El club tiene una filosofía de reclutar gente con proyección, así les dieron chances a Llop, Troglio, al Checho Batista, todos debutantes o casi. Me venían siguiendo de las Inferiores de Vélez y al enfrentarme un par de veces con la Reserva de Godoy Cruz, Daniel Oldrá vio cómo jugaban mis equipos y me dio un espaldarazo enorme, habló muy bien de mí.
29 ¿Tomaste las Inferiores como un paso hacia la Primera? Mi sueño fue siempre trabajar en las Inferiores de Vélez unos años, aprender, ganar experiencia, pasar a Reserva y después a la Primera de Vélez. Pudo haber sido después de La Volpe y de Tocalli, pero no se dio porque no estaba preparado en un momento y porque el club era un volcán y no querían quemarme, en otro.
30 ¿Con 6 años de Inferiores te sentís más “armado” como DT? Sin duda, pasos lentos pero firmes. Las Inferiores te sirven porque podés hacer y deshacer la presión de la Primera, hasta ahora no vi que echaran a un técnico por salir último en la Sexta. Te vas a equivocar mil veces y esa tranquilidad de trabajar un año te prepara de otra manera.
31 También te sirve para evaluarte a vos mismo. Claro, sobre todo en algún conflicto o racha negativa. Igual, nunca los traté como chicos sino como profesionales, porque lo único que les faltaba a esos chicos era cobrar un contrato.
32 ¿Rechazaste propuestas en estos años? Varias del Nacional B. En algún caso estuve por ir, y en otros decliné yo, sobre todo si el objetivo sólo era salvarse de algo, porque yo quiero más, voy para adelante como loco. Ahora, me sentía más preparado y con ganas de pegar el salto.
33 ¿Ya no existen los viejos maestros que sólo aspiran a formar chicos? El que es docente y maestro, en algún momento de su juventud, como que peca y quiere estar arriba. Entre los técnicos más grandes, de mayor edad, sí pueden existir todavía.
34 A vos, entonces, te parece mal que un técnico arranque en Primera sin experiencia. Creo que si hacés las Inferiores como técnico tenés menos margen de error. Yo me equivoqué mil veces; hoy hay cosas que las manejo mejor porque las hice con los chicos y sé que salen.
35 Por ejemplo. En Godoy Cruz juego con enganche, abrimos bien la cancha y llegamos por afuera porque me dio resultados. Con los chicos hacía prácticas de 7 contra 7, abríamos la cancha, tiraban el centro y todos iban a buscar el gol. Si lo metían de aire, valía doble y de piso, uno, para que se motivaran y pisaran el área con decisión.
36 ¿Qué importa más en Inferiores: ser campeón o sacar jugadores? Sacar jugadores, sin duda. Mi prioridad era que el jugador llegara completo y me sentía reconfortado cuando debutaba en Primera, ver reflejado en ellos lo que uno trabajó es increíble. Yo fui dos veces subcampeón con las categorías 89 y 90. ¿Sabés por qué? Porque al técnico que iba a recibir mi categoría le tenía que mostrar todos los jugadores para que después decidiera y faltando 5 fechas perdí partidos por sacar titulares y poner a otros chicos para mostrarlos. No me importó.
37 ¿Vélez es una excepción en ese sentido? Seguro. Como pasa en Estudiantes, Lanús, y algún otro; en la mayoría hay que ganar y salir campeón pero después van a buscar un 3 o un arquero y no hay. La culpa entonces es de los técnicos y de los coordinadores.
38 ¿Los chicos no se ponen mal si no ganan? Sí, pero no dejan de ser chicos, y están en pleno aprendizaje, uno como técnico les tiene que hablar. El fútbol juvenil es una muestra potenciada de la sociedad argentina: un chico que a veces no comió, otro que viene de una familia con padres golpeadores o borrachos, con hermanos drogadictos o chorros, la hermana que se separó y está de joda, o el chico que tiene una novia que le pide salir todo el tiempo y después llega mal, los amigos, la mala yunta, un verdadero quilombo. Decí que en Vélez están contenidos, con psicólogo, nutricionista, viáticos...
39 ¿Cuál es el principal problema en Inferiores? Los padres, los representantes y los coordinadores. El coordinador, porque les pide ganar; el representante, porque le llena la cabeza con que es el mejor y tiene que pasar al compañero, y la familia porque le mete la presión de que los tiene que salvar a todos. Yo hablaba mucho con los chicos, por suerte se me dio tener muy buena llegada con el jugador. Eso es importante.
40 ¿Qué es lo que más te llamó la atención de ese mundo? La locura de todos: hay que ganar el partido, lastimar el rival, pisarle la cabeza. Casi todos los clubes tienen gente que trabaja para eso. Ustedes no se dan cuenta pero si se meten un par de años en el fútbol juvenil lo van a ver. La mayoría de los clubes son así: con dirigentes, técnicos y padres que hacen todo mal, que vuelven locos a los chicos. Se olvidan que están en formación.
41 ¿Es muy distinto dirigir a chicos que a profesionales? Sí: a los profesionales tenés que exigirles al máximo; los chicos están para formarse.
42 ¿Cuál es la clave para tener buenas Inferiores? Infraestructura, y aquí va desde las canchas hasta los viáticos que se les da a los chicos, la pensión, los psicólogos y nutricionistas. Y entrenadores idóneos como entrenadores para potenciar el talento y que el día de mañana puedan vivir de esto.
43 ¿Cómo fue tu primera charla como DT de Primera? Tragué saliva como loco y les dije que había aceptado la propuesta por el plantel que había, que por ellos me tiré a la pileta. Que podía cometer errores, y que me ayudaran, que me acerquen las inquietudes, que estaba para aprender y crecer con ellos y que apostaba a pelear el campeonato. Alguno me miró medio raro.
44 ¿De verdad pediste un premio por ser campeón? Antes de empezar hablamos con los dirigentes: con 24 puntos te salvás del descenso directo y tanta plata, con 27-30 te salvás de todo y equis plata y después me quería dar un premio por 34 puntos, entonces le dije al presidente: “Si hacemos 34 estamos peleando el campeonato, paganos por salir primeros o segundos”. Y eso arreglamos.
45 ¿Cómo armaste tu equipo de trabajo? Con el profe Alejandro Rafael trabajo hace varios años. Es el hijo de Eduardo Rafael, un reconocido periodista que trabajó en El Gráfico y que siempre me acerca notas y material periodístico para colaborar en mi formación. Alejandro es un fenómeno, es de la escuela de Santella y lo expresa no sólo en lo físico, sino también en lo psicológico, en la gestación del grupo. Como ayudante está el Pacha Cardozo, aunque también quería a Sotomayor y a Almandoz, pero no se pudo.
46 ¿No dudaste al irte y perder el paraguas protector de Vélez? Me la jugué al irme y por agarrar un equipo en promoción a dos puntos del descenso. Me tiré a la pileta porque había buen plantel. Y joven. Distinto sería que hubiera jugadores grandes que te pueden complicar si entrás flojo.
47 ¿Pediste consejos? Hablé con mi familia, con mi representante Daniel Comba. Y en Mar del Plata me junté dos veces con Bianchi. Me dijo que empezaba una carrera muy linda, y me recomendó una sola cosa seria, fuerte: “Respetá siempre al jugador”
48 ¿Qué es respetar al jugador? Decirle siempre la verdad. El jugador capta enseguida si lo respetás, si priorizás a alguien o no. El técnico debe bajarle los humos al egoísta. Y después debe convencer con el trabajo: qué hacés, cómo se lo explicás, si en la cancha sale, si el día del partido, sale. Es fundamental cómo el técnico le llega al jugador. Si lo entiende y ve los resultados, el jugador se juega la vida por el técnico.
49 Cuando asumiste, Bianchi declaró que eras un chico muy sano. ¿A qué se refería? Quizás a que nunca me metí con nada raro. Como jugador fui muy generoso, tal vez debí haber sido más egoísta para meter goles y que me vendieran, pero no reniego, ojo, porque la generosidad es una de mis mejores virtudes y lo que más me valoran muchos.
50 ¿Les contás tus vivencias a los jugadores? Nunca les puse la chapa de campeón del mundo, al jugador no le gusta. Una vez, después de ganarle a Banfield, les dije que los veía ganadores y mentalizados como el Vélez de los 90, una sola vez. Un equipo que entraba a la cancha sabiendo que lo peor que le podía pasar era empatar.
51 ¿Cómo te definirías como técnico? Soy valiente, pensante, ofensivo, me gusta atacar, soy confiable, respetuoso, honesto, serio. Bah, eso creo...
52 ¿Látigo o franela con el jugador? Al jugador le tenés que mostrar los dientes y darle una palmadita, no hay que ser duro ni flexible, el medio justo, te doy la soga pero te la tiro cuando quiero. Ningún extremo es bueno: si sos muy flexible te pasan por arriba, y si te hacés el fuerte o el soberbio tenés una distancia atroz con el plantel y nunca le llegás.
53 ¿Qué hace un conductor cuando dos compañeros se agarran a piñas? Habla con cada uno, después con el grupo y resalta que la figura es el equipo y si es muy grave, intenta averiguar a qué se debió. Pasa seguido.
54 ¿Cuánto de fútbol y cuánto de grupos debe saber un DT? Porcentajes. Para mí es 60 como conductor y 40 de fútbol.
55 ¿Te considerás un técnico motivador? Para mí está la motivación del trabajo y la motivación de la sanata. La sanata es cuando un tipo es un tronco y le quieren hacer creer que es Maradona. Para el jugador es muy duro eso. Y se da cuenta enseguida. La motivación del trabajo es cuando exigís en la semana y en la cancha sale lo que vos hiciste. Sanata es decir “Fuimos a buscar el partido” y no pasaste la mitad de la cancha.
56 El mejor técnico que tuviste. Bianchi, Bielsa, el Maestro Tabárez y Julito (Falcioni) me dejaron cosas; Piazza, Manera, muchos.
57 ¿Es casualidad que tantos jugadores de aquel Vélez histórico hoy sean técnicos? Somos muchos, eh: Pacha, el Turu, Cabeza de Toro Pompei, Borrita Compagnucci, Basualdo, Trotta, Pellegrino, Méndez, el Coio, Camps, el Negro Gómez. Eso habla muy bien de la capacidad de aquel grupo que ganó todo. A pesar de ser muy jóvenes había mucha inteligencia, éramos maduros para la edad. Influyeron los técnicos que tuvimos en la Primera y también los que nos formaron en Inferiores. Y también el club, que después de retirados nos dio cabida a muchos para que empezáramos como entrenadores.
58 ¿Quién es el mejor discípulo de Bianchi: vos o Cagna? Diego me saca varios años de ventaja. Pienso que hay personas que te marcan, y uno trata de copiar lo bueno, aunque no va a ser igual, porque termina pasando por tu impronta. Ischia estuvo 10 años con Bianchi pero es distinto. Trato de ser similar a Carlos en el manejo.
59 ¿Por qué le pusiste Yamil a tu primer hijo? Porque es un nombre turco, porque nos gustó con la Tana y porque buscamos el significado, “hombre feliz, generoso” y nos encantó. De segundo, le pusimos Rodrigo, porque los dos somos fanas del Potro. Después vino Lucila. Los dos son hinchas de Godoy Cruz, claro. Y de River, como segundo, aunque yo siempre hice fuerza por Vélez.
60 ¿Qué te dijo Bianchi apenas agarró Vélez como DT? Arranqué como suplente en la pretemporada, después empecé a meter goles, pasé a los titulares y sé que comentó entre allegados: “Este gordo de 100 kilos se va a llevar a todos puestos”.
61 ¿Te retaba mucho? Bastante. La peor fue en un Vélez-San Lorenzo del 93, ganábamos 1-0, y me echaron con Zandoná al final, por calentón: me dio una piña y se la devolví con una patada delante de Castrilli. Salí y volví a entrar a la cancha, mientras Bianchi recaliente dejó el partido y me fue a buscar al vestuario para pelearme. Ibamos primeros con River y con mi expulsión Vélez perdía mucho. No me encontró. Un rato después, delante de mis compañeros me cagó a pedos: “¡Vos no pensás, esto te va a servir de ejemplo!”. Agaché la cabeza y pedí perdón.
62 ¿Y cómo fue el encuentro con Zandoná unos meses después, cuando pasó a Vélez? Bianchi lo presentó y fue recorriendo el vestuario con él. Cuando llegó a mi lugar, el Pelado dijo: “Omar Asad, ¿lo conoce?”. Y todos mis compañeros detrás de él, haciendo muecas y gritando: “Dale, gordo, ¿por qué no le decís ahora que coma pasto como un caballo?”.
63 ¿Lo del celular de Bianchi tiene sustento o es una chicana de quienes no lo quieren? En realidad es una chicana pero tampoco vamos a negar su suerte. Es necesaria la suerte, eh, mirá que en este torneo nosotros sufrimos ocho tiros en los palos y no entró ninguna. Bianchi es un técnico impresionante pero... la sensación es que igual el Barba lo ayuda.
64 ¿Por qué jugaste sólo dos partidos en la Selección? Passarella me puso cuando no era mi mejor momento. Fue un manejo especial, porque estaba la competencia Passarella-Bianchi y Grondona-Bianchi y a los de Vélez nos llamaba cuándo éramos un desastre. Se confirmó con la muy mala actitud de dejar fuera del Mundial 98 a Bassedas, que fue capitán y campeón en el Preolímpico y que se comió todo el ciclo. Se la mandaron a guardar y llamaron a Balbo sobre la hora.
65 El día más feliz y el más triste en el fútbol. El más feliz fue mi debut. Yo venía de entrenarme con Manera: él hacía una práctica, juntaba 21, mandaba a buscar un pibe abajo y a mí me dejaba afuera. Yo me sentía humillado, pero así y todo nunca me pudieron voltear. Cuando se fue, debuté como titular por primera vez, le metí el gol a San Lorenzo y ganamos 1-0. ¿Sabés lo que era para mí, con 20 años, venir de jugar por plata en los potreros de Ciudad Evita y de repente ver mi nombre en los diarios? Ese fue mi día más feliz. Y el más triste, cuando tuve la recaída de la primera lesión.
66 ¿Cuál fue tu peso máximo? El de ahora: 120, 122. Como jugador llegué a 101, pero no podía jugar. Contra el Milan jugué con 93.
67 ¿Nunca te acomplejó? No, siempre me dijeron gordo y tuve feeling con las otras hinchadas. Una vez los de Independiente empezaron a gritar “¡Borombombón, el delantero es un lechón!”, les metí el gol, les hice el gesto de que no era gordo y me terminaron aplaudiendo.
68 ¿Quién comía más: vos o el Turu Flores? El Turu, pero yo tenía la desventaja de no haber hecho Inferiores, entonces no tenía el cuerpo bien cuidado, estilizado, y apenas morfaba me iba para arriba como loco. En el 2000, con el Turu nos fuimos a un spa, en Tandil, para adelgazar. Bajamos 3 kilos en 4 días... después los recuperamos en una semana.
69 ¿No se asustaron cuando el San Pablo les metió el 1-0 en la final de la Libertadores? Nos cagamos cuando lo echaron al Pacha y faltaban 30 minutos. Bianchi sacó al Turu y yo tuve que correr a todos de un lado para otro: era una guerra de piñas, codazos, pisotones. Los brasileños se desquitaron después. Nos hicieron ir al aeropuerto a las 10 de la mañana y el avión recién salió a las 7 de la tarde. Hijos de puta, les pateábamos la puerta. Ese día me tiré a dormir en el piso abrazado a la Copa, porque la Copa me la agencié yo desde que la ganamos hasta que pisamos el club.
70 ¿Pudiste dormir antes del Vélez-Milan? En la noche previa me levanté a las 4 de la mañana. Me asomé al pasillo y estaban todos con los ojos bien abiertos. Todos. No era por el cambio de horario, ¡era por el cagazo terrible que teníamos! Nos pusimos a tomar mate con el papá de Bianchi, Don Amor, que nos contaba anécdotas de la calle, porque era canillita.
71 ¿Es cierto que Bianchi amenazó con no ponerte? El tema es que allá no comíamos bien: los fideos los hacían diferente, la carne era medio “durazno”, viste, entonces con el Turu le dábamos al pan con manteca para saciar el hambre. Un día me vio Bianchi comiendo el pan y le pidió al profe que me pesara. La balanza cantó “94,500”. Entonces le dijo en voz alta a Santella, para que yo escuchara: “Si este jugador no pesa 93 el día del partido, no juega”. El miércoles 1° de diciembre, día del partido, a las 9 de la mañana golpean la puerta. Abro y estaba Bianchi con la balanza en la mano y Santella atrás. Yo... en calzones.
72 Igual te iba a poner. No sé, no sé, duro, Pelado duro, Pelado duro. Fuimos al baño y di... 92 y medio. Lo maté al Pelado. Santella estaba atrás y festejaba. “Todavía no festeje que falta el desayuno y el almuerzo”, me dijo. Al final me hice un pique de 20 metros con 93 kilos, un rayo, se la toqué a un costado, di media vuelta, metí el gol y le regalé a Bianchi la alegría más grande de su vida.
73 ¿Cómo los motivó? Buscó un efecto rebote de lo malo a lo bueno. Primero nos mostró un video de la final de la Champions: el Milan había ganado 4-0 al Barcelona de Cruyff con baile. Pensamos: “Nos van a pintar la cara”. A los dos días, nos mostró unos partidos del torneo italiano de ese momento, todas derrotas del Milan. “La realidad es esta”, nos dijo. Y nos recalcó que éramos un grupo humilde y que disfrutáramos de la final porque sería muy difícil volver a vivirla. Tenía razón: sólo volvieron él, Ischia, Santella y Basualdo.
74 ¿Qué sentiste al entrar a la cancha? Salimos juntos y empezamos a putear a los tanos. “Les vamos a cortar las patas, los vamos a matar, hijos de puta...”. De todo les dijimos. Albertini, que había jugado en España y entendía, nos decía: “¿Qué les pasa? No nos insulten”. “Salí de acá, te vamos a matar”, le respondimos.
75 ¿Y a vos, Bianchi te pidió algo en especial? Tres meses antes de viajar, mis compañeros me chicaneaban: “Gordo cagón, que te hacés el guapo en Ciudad Evita, ¿a ver si te animás a hacerles lo mismo a los tanos, eh?”. Bianchi, cómplice, me metía fichas: “¿Pero vos te la bancás, Omar, o no te la bancás?”. Y cuando estábamos por entrar, me dijo: “A la primera que tengas, pechalo a Baresi, demostrale que tenés personalidad”. A los 7 minutos, dejé salir una pelota, Baresi me puso el cuerpo y lo tiré a la mierda con el pecho. Quedó despatarrado en los carteles y me vino a comer. Miré al banco y lo vi a Bianchi aplaudiendo y atrás a Santella revoleando la bufanda y gritando: “¡Ese es mi pollo, carajo!”. A los 12 del segundo tiempo se la mandé a guardar.
76 Cuando volviste a Japón para jugar la Recopa, ¿te reconocían? Ibamos por la peatonal y aparecieron de golpe unos colegiales. Nos vieron y empezaron: “¡Chilaverto, Chilaverto!; ¡Asado, Asado!, ¡Toyota Cup, Milan-Vélez!”. Las carcajadas... Te imaginás a mis compañeros, ¿no? “Sí, asado, se come todos los asados, y también los chorizos, las morcillas, los chinchulines”.
77 ¿Sentís que gracias a lo que hicieron en tu época, Vélez pasó de ser un equipo de barrio a uno de alcance nacional? Vélez tenía un promedio de concurrencia de local de entre 5 mil y 7 mil personas por partido; hoy te mete 15 mil por lo menos. Sí, creo que favorecimos mucho el crecimiento del club y el sentimiento de la gente.
78 ¿Cuántas ofertas hubo por vos después del gol a Milan? Muchas: de Italia, de España, el Palmeiras, Boca, River, Independiente, Racing, pero Vélez no me quiso largar. Afuera, porque era poca plata; y dentro del país para no potenciar a los rivales.
79 ¿Te pusiste la camiseta de Boca en El Gráfico para presionar? Ahí me hicieron una mala jugada ustedes, porque me prometieron que la foto salía sólo si se concretaba el pase y la mandaron igual. Obviamente yo quería ir a Boca, era un progreso para mí, Vélez recibía mucho dinero y encima conservaba el 50% pero no se dio y en el club casi me matan. Gámez me dijo de todo, Chila me llamaba “gordo traidor”, Bianchi se agarraba la cabeza: “Omar, no te puedo creer”. Mitad en serio, mitad en broma, mis compañeros me boludeaban y me hacían sentir ese error.
80 ¿Era un grupo bravo ese de Vélez, no? Ese vestuario era terrible, todos ganadores. El día que Chila metió su primer gol de tiro libre, a Español, Trotta entró recaliente al vestuario, pero el técnico también iba al frente, eh. “¿Qué pasa, Roberto? Mire que acá el que manda soy yo, eh”, le dijo. Y se le plantó. Había mucho temperamento, mucho huevo, por eso es más meritorio todavía lo del Pelado, había que manejar a esos leones, hay que tener una autoridad fuerte para saber imponer los límites; si el jugador no ve eso, te pasa por arriba.
81 Vos te lesionaste, te perdiste un pase millonario y no pudiste volver bien. ¿Sentís que tu caso se tomó como un emblema? Sí, sentó un precedente. Desde ahí quedó el mensaje, ante una oferta: “Ojo, que le puede pasar lo de Asad”. Vélez perdió mucha plata y yo también. Igual, Vélez se portó muy bien conmigo y me mantuvo el contrato hasta el 2001, como si jugara. Ahí, el club me dejó en claro dos cosas: que me tienen un aprecio especial y también la institución que es. No sé si a otro jugador le hubieran hecho lo mismo. Y tampoco sé si en otro club hubieran hecho lo mismo con un jugador propio.
82 ¿A Oscar Ferro, el arquero que te lesionó, lo volviste a ver? Una vez, cuando volví, en un Ferro-Vélez en cancha de ellos, los dos fuimos al banco y no fue capaz de pararme y pedirme disculpas
83 ¿Por qué creés que no lo hizo? Porque debe estar sucio. Llamó por teléfono a casa al día siguiente de la lesión, yo no estaba, mi señora le dijo que llamara a la noche porque me iba a hacer muy bien y no lo hizo.
84 ¿Hubo algún error en ese calvario de cinco años? Yo no me mandé ninguna cagada; es más, siempre superé los tiempos que me pedían: en vez de tocar una pelota en 7 meses, lo hacía en 10. Qué sé yo, ya no sirve hablar del tema, la cuestión es que no salí bien de la primera operación porque se me aflojó el ligamento que me pusieron. Yo confiaba plenamente en el cirujano del club, después perdí esa confianza, y por eso la tercera y cuarta operación me las hice con William Clancy, un capo de Estados Unidos. Ya está, es un tema superado.
85 ¿Esos cinco años de operaciones y lucha te cambiaron tu espíritu alegre? Puede ser, perdí un poco esa alegría. Sé que soy un tipo positivo, valiente, encarador, que voy adelante como un toro, pero en algún momento algo me falló, en el sentido de la expectativa que tenía para mi vida, porque la lesión me sorprendió, me agarró desprevenido, y esa sorpresa me aplacó.
86 ¿Te costó mucho el retiro? Se sufre, sí, el jugador no está preparado para que le digan “No va más”. Me allanó el camino hacer el curso de técnico, volqué muchas expectativa ahí, mientras intentaba recuperarme. En esos cinco años de lucha usé dos para hacer el curso, y aunque lloré muchas noches y pensaba “¿por qué a mí?”, podía descargar corriendo, yendo al gimnasio, nadando y haciendo el curso.
87 En 2007 declaraste que todavía no te habías retirado. ¿Era un chiste, no? Lo dije porque no hubo un partido despedida, pero sí, ya estoy retirado, al poquito de agarrar la Sexta en 2003, me gustó tanto el trabajo que dije: “No vuelvo más”.
88 ¿Te duele la rodilla cuando jugás en los picados? No, siempre que no juegue mucho.
89 ¿Por qué Maradona te adoptó como amigo y siempre habló de vos con mucho cariño? No sé, quizás porque se vio identificado con mis orígenes. En la luneta de mi camioneta yo tenía la firma gigante de Diego y dos caras suyas. El día que me invitó a la presentación de su libro, me puso quinto para subir a recibirlo.“El Turco era un jugador para Boca pero no lo dejaron venir y le cortaron la carrera”, dijo y empecé a transpirar. Subí y me temblaban las patas.
90 Vas por una ruta solitaria y está La Volpe haciendo dedo. Y... se me puede cortar la dirección, el freno (risas). Ya está, fue una pelea despareja porque tenía siempre micrófono.
91 ¿Qué pasó realmente? El declaró que no servía ninguno de los juveniles, que el club no sacaba chicos. No sé si habló así para hacer negociados con algún jugador que traía o qué. Es fácil, viste: sentencio a los pibes de abajo y traigo, total soy el que manda. Yo defendía a los chicos del club porque había capacidad, sólo tenían que esperarlos, de hecho muchos fueron campeones después con Gareca. Yo estaba recaliente, pero los dirigentes me frenaron y pactaron una tregua: él no hablaba más de las Inferiores y nosotros no hablábamos más de la Primera.
92 ¿Nunca lo encaraste? Fui a buscarlo y me paró el vicepresidente Jiménez. Yo le dije: “Le voy a ir a pedir explicaciones bien, pero si me falta el respeto le bajo los dientes ahí mismo”. Me importaba tres carajos. ¿Qué podía saber La Volpe de las Inferiores de Vélez si ni siquiera sabía cuántas canchas había en la Villa Olímipica? El tema es que quiso escudarse en nuestro trabajo para tapar lo malo que estaba haciendo él. Y encima, hubo gente tan necia que le creyó.
93 Siempre fuiste considerado un buen tipo en el ambiente, ¿nunca te agarraste a piñas con un compañero? He tenido discusiones, pero nada demasiado grave.
94 ¿Cómo se entiende el papelón con Caruso? Me tiró un pelotazo, le dije que se callara, que se metiera en la cucha, y empezó a decirme barbaridades, entonces yo también me saqué y le respondí. No me gustó nada verme así, estoy arrepentido y por eso al día siguiente le pedí disculpas a la gente del fútbol porque sé que estuve mal. Y ahí mismo di por terminado el asunto.
95 ¿Te arrepentís de algo en tu carrera? Si pudiera ir para atrás, obvio, no haría el gol que me provocó la lesión, pero no tengo cosas para reprocharme: siempre fui para adelante, fui un tipo encarador en el fútbol y en la vida.
96 ¿No te dio bronca que el Turu fuera como ayudante de Gareca; y vos, no? Mi idea siempre fue ir de técnico, no quería ir de ayudante. Tenía una leve esperanza de que me eligieran como DT, porque había rumores, pero por supuesto respeté la decisión y trabajé para ponerles a disposición los jugadores desde la Reserva. Si el Turu decidió ir con Gareca, bienvenido sea, y mantenemos la amistad; sé que en algún momento me va a tocar ser el técnico de Vélez.
97 ¿Cuántas bodegas ya visitaste en Mendoza? Una sola, pero ojo que me quedan varios meses de contrato, ¡que se prepare el resto! El Pacha sí le da. Le dicen “indio malo”... porque se rinde ante el blanco. Bah, también se rinde ante el tinto, ante el rosado, ante todos.
98 ¿Hay mucha envida en el fútbol? Puffffff, es tremendo, y en todos los niveles. Hay maldad y envidia. Si yo soy 9 y no estoy jugando pero soy amigo del 6, le digo: “Metele un planchazo al 9 así lo lesionás y juego yo”. ¡Sabés cómo existe eso! Hay muchos mala leche, deslealtad pura, pero así como aparecen, el fútbol se encarga de eliminarlos. Como en la papelera de reciclaje de las computadoras.
99 Fillol decía:“Discreción es mi nombre y Cautela, mi apellido”. ¿Qué diría tu DNI? A ver... Perseverancia mi nombre, sí, porque pasé por 18 clubes para enganchar en Vélez, porque me banqué todas las humillaciones y porque luché cinco años contra las lesiones y nunca bajé los brazos. Y de apellido... Valentía, sí, porque voy al frente como loco.
100 Me quedó una duda: ¿qué hiciste con el auto que ganaste como mejor jugador de la final con el Milan? Hicimos una rifa en la cena anual, sacamos el doble del valor y nos repartimos la plata entre todos. Fue una idea de Bianchi, y lo dejó en claro antes de viajar, para que no hubiera egoísmos. Cuando me trajeron la Toyota de Japón, me quería morir. La puse al lado de mi Fiat 147 blanco y lloraba.